En efecto, muchas personas pueden anteponer necesidades de autoestima o de realización personal antes que cuestiones de seguridad.

Ejemplos:
Una persona que se dedique al arte, quizás decidirá que su arte o creatividad está por encima de acatar unas determinadas normas de trabajo o conductas sociales.

Otro individuo, a cierta edad, considerará más importante vivir los años que le quedan de una manera más sencilla y tranquila, que no vivir agobiado por el estrés de un trabajo agotador.

El alcanzar y satisfacer cada una de las necesidades tiene como orígen una serie de motivaciones, que se pueden agrupar en tres grandes bloques:

Extrínsecas: La contrapartida que se recibe de forma directa por el esfuerzo o trabajo realizado.

Intrínsecas: De qué manera le van a afectar a él, personalmente, las acciones derivadas de su trabajo. Es decir, por ejemplo la satisfacción interior de llegar a unos objetivos.

Trascendentes: El impacto que van a producir las acciones del individuo sobre los demás.

Pero...

Por supuesto no todas las acciones que se realizan se ajustan, desde la óptica de las otras personas, a estas motivaciones. Un individuo puede parecer que está intentando ayudar a otros compañeros de forma desinteresada, cuando en el fondo está buscando satisfacer una necesidad de otro nivel, como sería una promoción, un premio, etc.


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